Los fisios y las cosas raras
Si lo pensamos bien los fisios somos más bien raritos...
- Fui al fisio por la mano y me trató el cuello.
- Fui por lumbago y me trató la barriga.
- Me dolía el cuello y me mandó al nutricionista.
- Cojeo de un pie y estuvo todo el tiempo tratando mis lumbares.
- Me duele la cabeza y me trabajó la cara.
Sí, estas son "las cosas raras" que hacemos muchos fisios.
Rarezas que al paciente le deja totalmente noqueado. Sobre todo a aquellas personas acostumbradas a la fisioterapia o medicina más convencional que persigue dolores y apaga síntomas.. Me duele el pie pues aplico técnicas analgésicas al pie y listo: no dolor = no problema.
Muchos fisios decidimos no trabajar así.
¿Por qué?
Porque sería lo mismo que cuando se enciende la lucecita de cambio de aceite en el coche y pintamos la zona con tinta negra para dejar de ver esa luz.
Durante un tiempo desaparecerá el malestar y la angustia que genera una alerta de fallo mecánico en el coche y todo parecerá ir bien, pero es cuestión de tiempo que el problema salga por otro lado, y lo que es peor, quizás lo daños ya no se solucionen de forma tan sencilla.
¿Y si en lugar de tapar la lucecita del aceite abrimos el capó y vemos qué pasa antes de actuar?
¡Qué cosa más rara!
No se puede aplicar un buen tratamiento sin un buena evaluación de la situación!
Un síntoma puede tener distintos orígenes. Es ahí donde reside la clave de un buen trabajo, lo que distingue a un buen profesional de un profesional "apaga-síntomas".
En nuestro cuerpo todo esta relacionado.
- La posición de mis pies, por ejemplo, condicionará la posición de mi espalda y por lo tanto el trabajo que harán unos u otros grupos musculares, pudiendo generar desequilibrios y tensiones anormales que acabarán generando dolor, desgaste, inflamación...
- Mi cuello hará torsiones y posturas más extrañas para asegurar que entre aire a los pulmones, que pueda masticar, que pueda enfocar para ver lo mejor posible o para mantener mi oído medio "a nivel" y no sentir que me mareo. Cada vez que pasa algo en el ojo, la boca, la nariz o el oído ten por seguro que , como poco, tu cuello va a sufrir.
- Cuando el intestino está constantemente inflamado por una alimentación incorrecta, estrés, medicamentos o cualquier otra causa, las articulaciones y músculos también lo estarán.
- Cuando el tórax está rígido y no se mueve correctamente, el cuello, los hombros y las lumbares se moverán más de la cuenta para compensar esa rigidez, predisposición al dolo, y al daño articular (recuerda que el que no trabaja no se queja, se queja el que tiene que trabajar lo suyo y lo de su compañero "vagonetas").
La lista de ejemplos que podríamos poner es enorme, pero creo que la idea ya se entendiendo.
Los fisios no hacemos "cosas raras".
Los fisios vemos el cuerpo cómo es: un conjunto de tejidos, órganos, funciones y emociones en movimiento y equilibrio.
Cuando se rompe este equilibrio o éste se da en condiciones muy difíciles para el cuerpo, este empezará a dar señales.
Quizás ese dolor en el codo que te apareció tras el partido de pádel del sábado no tenga tanto que ver con tu codo como con la postura de tu cuello, esa cabeza adelantada que tras años de trabajo frente al ordenador ya sientes como normal, pero que poco a poco fue tensando el sistema. Y el cuerpo aguanta, aguanta y adapta, pero de repente un día cae una gotita (movimiento diferente al acostumbrado) y las luces se empiezan a encender.
De ti depende: continuar apagando síntomas o devolver el equilibrio a tu cuerpo.
Igual esas cosas que hacemos algunos fisios no son tan raras, igual lo raro debería de ser el ibuprofeno diario, o los tratamientos aplicados al paciente sin evaluar primero el cuerpo en su conjunto.
Si hasta lo dice el refranero: pan para hoy y hambre para mañana.
Ojala sigamos muchos años más "haciendo cosas raras" por la gente.
